A todos nos ha pasado que un aroma o una canción nos traslada a momentos específicos, algunos recientes, otros más antiguos. Y es que todos los recuerdos llevan consigo emociones asociadas. Resulta que la memoria persiste mejor cuando se acompaña de emociones poderosas como alegría, miedo, diversión, enojo y sorpresa, entre otras. Son justamente estas emociones las que nos hacen aprender de nuestras experiencias, guiándonos para actuar de una u otra forma en el futuro.
De hecho, nuestros recuerdos son responsables de gran parte de lo que somos, ya que han encauzado muchas de las decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestras vidas.
Buenos o malos, no seríamos nada sin nuestros recuerdos. ¿A poco no sería maravilloso tener más evocaciones alegres que tristes? La buena noticia es que podemos tomar medidas para que cuando llegue el momento de mirar atrás, nuestros hijos conserven más recuerdos felices que frustrantes.
Recordamos más las experiencias que los objetos. Un regalo se olvida más pronto que un hecho provocado por ese mismo obsequio. Por ejemplo, una bicicleta que no se asocie a un paseo entre amigos o a una caída, difícilmente será recordada. Las mejores experiencias se forman con vivencia, exploración y práctica. Así, la probabilidad de que se recuerde un viaje donde todo resulte novedad es mucho mayor a un regalo, por caro o grande que este sea.
El perfume que usas, la suavidad de su cobija, tu voz al cantar mientras manejas o la quesadilla que les preparas, a pesar de solo ser efímeros instantes, son experiencias que pueden grabarse para siempre en la memoria de tus hijos, sobre todo si son frecuentes y provocan algún sentimiento. Y bajo el mismo principio, aquellas vivencias que los hicieron sentir miedo, vergüenza, enojo o inseguridad, por pequeñas que hayan sido, también serán recordadas por encima del hecho mismo, como sucede cuando platicamos sobre algo pasado: ‘no sé ni qué le dije, pero se puso como loco’.
Una persona que carga memorias felices tiende a tomar decisiones provechosas para ella.
Algunos consejos para lograr que tus hijos tengan recuerdos felices:
Planifiquen juntos alguna actividad o viaje, platiquen sobre su significado, lo importante que va a ser y escucha su opinión.
Dedíquense momentos a solas para hablar sobre sus ideas y emociones.
Filmen y fotografíen tantos momentos felices como sea posible.
Comenten con frecuencia sobre las experiencias felices y revisen sus imágenes cuando lo hagan.
Rememoren los sentimientos provocados y repasen juntos lo que recuerden de ellos.
Improvisen actividades: jueguen, rían, bailen, canten o cocinen, el chiste es divertirse juntos.
Destaca siempre esos detalles que hacen que la vida sea bella.
La felicidad de tus niños y adolescentes, como la de cualquier ser humano, también dependerá en gran medida de atesorar recuerdos gratos.
Es por eso que en World Travel Academy nos comprometemos para que tus hijos tengan recuerdos inolvidables.
La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla.
Gabriel García Márquez - Escritor